lunes, 20 de octubre de 2008

"La ley es para cumplirla"

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Cuando un aforismo se utiliza como verdad suprema e irrefutable se comete la mayor de las estupideces intelectuales, se retrata uno como romo de cacumen y se engaña, con intención o sin ella, a todos los que la dirigimos.

Todo aforismo, verdad doctrinal, debe estar matizado por el crisol de la verdad que encierra y por el inexorable contrapunto de su encaje en la historia. Es decir por la experiencia.

Igualmente cierto y encuadrado en la verdad es que “la ley se ha hecho para el hombre y no el hombre para la ley”

Y al meter el bisturí mental de mi inteligencia lo primero que tengo de dilucidar es que es la ley y que clase de ley es de la que se trata.

Aplicado el aforismo a la ley positiva, sea eclesiástica, civil o política es tan falso como erróneo, y tan erróneo como engañoso.

Toda ley positiva viene del hombre y el hombre puede forzar la ley para que domine al hombre y no para que lo perfeccione.

Si la ley es positiva, es decir redactada por una autoridad cualquiera, esta autoridad puede intentar llevarse el gato al agua, y seguir fines espurios al redactarla.

Ya la religiosa y moral que puede atenazar las conciencias para dominarlas o infundirles un miedo o pavor que les obligue a obedecer sin rechistar ni pasar su dictamen por el tapiz de nuestra inteligencia y conciencia.

Si es civil y procede de una dictadora es casi obvio que intentará acallar toda crítica y en muchas ocasiones ponerse medallas que son más de la sociedad a la que se legisla que de las autoridades digitales, nombradas a dedo, o rampantes por la adulación y el servilismo.

Si procede de la autoridad democrática no se libra por ello de la posible ramplonería de ciegos políticos que usan las mayoría dadas por los votos para jugar a su propios intereses de partido o poder e ir incluso contra aquellos que le dieron la autoridad, sus propios votantes.

A la mitad más uno de los votos puede ser que haya que obedecer, en general hay que hacerlo, pero puede ser que haya que intentar desmontar, porque puede ser, puede, digo, ser, errónea y perjudicial para la sociedad y el pueblo, suma de todos y cada uno de los individuos que la componen y a la cual va dirigida.

Toda ley positiva, distinta pues de la ley natural, otro día hablaremos de ella, y aún más distinta de la ley divina admitida por los creyentes en Dios, tiene como fin a todos y cada uno de los individuos o personas a que vaya dirigida.

Pero la legitimidad final de la ley se la da la conciencia, la individual e intransferible conciencia de cada miembro de la sociedad, cada una de las personas que la componen, incluso a de aquellos a los que no va dirigida. Su legalidad se la da el poder recibido y nadie lo discute.

Pero el último depositario del cumplimiento de de la ley es cada individuo, repito personal e intransferible.

Y este la ha de aceptar o rechazar si pasa o no pasa el tamiz de su conciencia. Si no fuera así el hombre quedaría hecho para la ley y atrapado en ella.

Y esto aunque esté en conciencia errónea invencible.

¡Qué lejos están ya los conceptos claros y diáfanos en que todo hombre debe ser formado para ser hombre y más hombre! No me refiero a ser más macho y más machista sino a ser, y no solo estar, conforme con nuestra propia naturaleza humana, es decir con nosotros mismos.

Pero de la misma manera que afirmo, sin desdecirme lo más mínimo, porque así lo percibo en lo más íntimo de mi propia naturaleza y ser, que es la conciencia el último por primero y más profundo fundamento de toda moralidad o ética humana, con la misma fuerza asevero que hay que, antes de rechazarla, intentar comprenderla, que es decir abarcarla en la inteligencia, razonarla, compararla y pasarla por el crisol de de la duda posible por nuestro posible error.

No es pues un juego ciego y conveniente para justificar nuestra pereza o nuestros egoísmos, no.

No es pues una llamada a la rebeldía fácil, política o socialmente. No es pues una postura para derrocar el poder constituido n i ara criticarle por llamarle tirano.

Toda ley injusta es una ley tirana y la tiranía puede provenir de la más legítima de las democracias. Y no debemos asustarnos si sabemos de que barro estamos hecho y cómo podemos dejarnos llevar por nuestras cegueras. Las políticas son tan malas como las religiosas o incluso más, porque estas intentan llevarnos a bien aunque erróneamente y aquellas van casi siempre impulsadas por el orgullo o intereses de los que gobiernan incluso contra sus propios electores. (quizás esta sea la mayor corrupción de la democracia, revestirse con la piel inocente de la legalidad para engañar a los pobres legalizados como lobos a corderos engañados.)

Claro que debemos matizar más. Toda ley positiva está condicionada por la objeción de conciencia de todos y cada uno de los individuos que componen su propia sociedad.

Si la persona no transgrediera la ley, en el menos grado posible, estaría trasgrediendo su propia conciencia, mal mayor y supremo.

Y así un Testigo de Jehová que cree profundamente que no debe recibir sangre de ningún ser, (no entro a discutir si está o no equivocado que para el caso es lo de menos) no puede admitirlo aunque un juez l autorice y lo mande.

Esta sería la primera limitación de las leyes positivas. De todas. No admitirlo es jugar con el hombre contra el hombre o admitir un error aún mayor. El Estado es superior al hombre y prima sobre los individuos. Si esclavizamos su libertad matamos totalmente su dignidad. Ni siquiera la Sociedad, así en abstracto, es superior al hombre individual y concreto, pues toda sociedad para que sea Sociedad es el conjunto de todos y CADA UNO de sus individuos componente, la suma de todos su bienes, sus necesidades y no de unos pocos o nos muchos contra el resto. Aquí se fundamentan los derechos de las minorías aunque esta fuera la de una sola persona.

El Estado no es más que el administrador elegido libremente por esa sociedad pero desde luego con los límites que esa Sociedad le dio que algunos creen que es un cheque en blanco, y que está escrito muchas veces tácitamente en las tradiciones, costumbres y manera de proceder y vivir de esa misma Sociedad. Por ello no se puede ir contra la historia de los pueblos aunque la historia no sea un determinante de nuestra conducta de hoy.

NO, no me voy a quedar aquí donde ya veo muchas dudas porque la ley quedaría totalmente desprestigiada y papel mojado.

La Autoridad tiene la obligación, sagrada obligación iba a poner para darle más énfasis, pero escribo en un plano humano exclusivamente donde quepan creyente y agnósticos, de velar por el cumplimiento d la ley, de toda ley, y exigir su cumplimiento a todos y cada uno de los individuos bajo su texto.

Pero también, sobretodo cuando puede lacerar a comunidades o minorías muy arraigadas o muy particulares, o cae bajo la sospecha de los políticamente correcto, que es correcto porque a mi me conviene o impone una visión muy particular de una parte de la sociedad sobre otra, la Autoridad DEBE sopesar que la ley sea ley de consenso y estudiar y abolir aquello pueda herir o revelar a muchos de sus ciudadanos.

Gobernar contra casi la mitad de la Sociedad es tan ilegítimo, por muy legal que sea, como antidemocrático.

Pálpense bien todo los demócratas, de derecha y de izquierda las mentes y su políticamente y legalmente legítimos deseos antes de inclinarse por algo que hiera, rompa y desvertebre la Sociedad para cuyo bien total deben gobernar pues en algunos caso es obligatorio buscar los consensos y no buscarlos es la mayor burla de la democracia a la que dicen servir y defender.

Sutil forma de ser tiranos y dictadores, mentiroso y engañadores, en nombre de la Democracia y el pueblo que les eligió.

La ley es para cumplirla. Pero toda ley es para el hombre y ningún hombre es para la ley. El hombre estará siempre en cierto sentido por encima de toda ley. Incluso de la divina que puede rechazar, pues Dios para hacerle semejante a El le creó libre y responsable. Y él en su conciencia será responsable del uso o abuso de su libertad.

Coram Deo et coram homine.

Carlos Portillo Scharfhausen.

“Servidumres de la democracia”

cartisen@hotmail.com

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