martes, 21 de octubre de 2008

"¿Puede la ley proteger al delito?"

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Estimado alumno y votado Presidente:

¿PUEDE LA LEY PROTEJER EL DELITO? No, nunca, jamás.

NO, porque la democracia se convertiría en tiranía y la libertad en esclavitud y el Estado de Derecho en régimen totalitario.

NUNCA, porque la ley debe estar siempre por encima de las "razones de Estado", y toda razón de Estado "ilegal" es “per se” antiConstitucional, y por tanto deja de ser razón de Estado.

El Estado se convertiría en una entelequia, en una máquina de opresión, de esclavitud, de tiranía.

JAMAS, porque los derechos del hombre y sus derechos "sociales" son la suma de los derechos de todos y cada uno de los individuos que forman esa sociedad y jamás una parte de esa sociedad, la indebidamente protegida, por estar en delito, puede subyugar al resto, sea este mayor o menor, ni incluso para ficticiamente protegerla.

Siempre me ha preocupado más la falsedad de las ideas, la corrupción de la mente, el pragmatismo desbordado hasta llegar a que el fin justifique los medios, los que de las simples opiniones hacen profundas convicciones, los que de la norma hacen dogma, o los principios inalterables derivados de la propia naturaleza humana los ensucian con sus conveniencias personales o colectivas, más digo, que los mismos hechos erróneos o delictivos, cuando el delincuente tiene conciencia de su error y maldad.

Los "pecados capitales", sobretodo la soberbia derivada del poder, o l a lujuria derivada de la relajación de las costumbres, - "lo hacen todos"- obnubilan la razón para poder justificarse a sí mismo y acallar la conciencia.

Es el confusionismo y el relativismo en los principios el que está llevando nuestra sociedad a ciertas degradaciones en las costumbres con impunidad de conciencia. El todo vale, el fin justifica los medios, el gato blanco, gato negro, con tal que cace ratones de Deng Xiaoping que tanto gustó a González, los derechos mal llamados "colectivos, confundidos generalmente con el poder del Estado y este con el del Gobierno de turno, haciendo de mi capa un sayo, cuando no los intereses partidista o incluso personales de estos, privan sobre el interés de la sociedad que nunca es “razón de Estado” para que el Estado tenga razón.

Las alcantarillas y las cloacas, los fontaneros de la política, la suciedad como medio, nunca resulte las cosas bien y deja un hueco tan grande para la arbitrariedad y el abuso como hemos visto en las desvergüenzas creídas como normales y “justas” – léanse tantos dineros injustamente apropiados por los propios administradores de él para el pueblo,- nacen al amparo del “todo vale” si el gato caza ratones.

Aún recuerdo con vergüenza ara la democracia la defensa a ultranza de un General de la Guardia Civil, sobre todo a través de un periódico de derecha entonces, y que resultó ser culpable de crímenes execrables, aunque fuera en cabezas de delincuentes o terroristas. Puede que la ley pueda autorizar operaciones de riesgo y de secreto, los secretos oficiales, par información y pruebas de delitos o crueldades.

Pero estas deben ser controladas minuciosamente por poder y oposición, quizás por hombres rectos y probos elegidos y no corruptos, cambiables cada cierto tiempo para que la corrupción y el engolamiento del poder no llegue a atenazarles, y desde luego siempre bajo el control de la ley más clara y transparente cuando alcance a la justicia sobre cualquier hombre, sea terrorista criminal o inocente.

La posibilidad de error, maximizar la culpa, o escuchar las razones del reo, etc. hacen que cualquier juicio fuera de la ley, y los “sumarísimos” no están dentro de la ley, ni aún en tiempos de guerra, es tan grande que es preferible mil crímenes no castigados a un solo inocente condenado.

Esta es una de las servidumbres de la Democracia pero también una de sus mayores glorias que la enaltecen y la hacen “el menos malo de los sistemas político”.

Olvidarlo es volver engañosamente al totalitarismo, a la tiranía, a abrir una brecha sutil pero posible en el Estado de Derecho que se convierte en Estado de poder y deja automáticamente de ser democrático.

No, Señor Aznar, así no. La democracia nunca ni con toda la legalidad del poder dado por los votos, es un cheque en blanco. Pierde su legitimidad si la usamos como dueños y señores de ella, sin contrastarla siempre con el motivo y deseos para la que nos la dio el pueblo.

El pueblo sigue siendo soberano aún cuando haya depositado la soberanía en el poder, y el poder no se puede salir de los límites, muchas veces difíciles y difusos, con que se la entregó el pueblo.

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lunes, 20 de octubre de 2008

"Para ser demócrata"

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He estado reflexionando sobre las cualidades necesarias para que los que nos decimos democráticos seamos efectivamente demócratas.

Hoy me voy a fijar en las cualidades internas y subjetivas. Las exigencias de la democracia a su fieles.

Para ser demócrata he auscultado mi conciencia, ¿pero existe aún hoy en día la conciencia? ¿Qué es eso?, bueno me he estado auto auscultando reflexivamente, es la única capacidad humana que puede volverse sobre sí misma y conocerse, y me he encontrado un poco o un mucho limitado en mis cualidades y afincamiento a ser demócrata.

En primer lugar, - ¿quién lo diría? - la democracia me exige ser un hombre cada vez más culto. Cuando soy menos culto tengo menos capacidad de elegir y discernir y por tanto soy más manipulable y menos demócrata.

En segundo lugar esos conocimientos y cultura me deben permitir y hacer de hecho opciones más libre y estas deben verdaderas. Reales. Auténticas. Positivas individualmente y para la comunidad. Es un error tremendo creer que se es más democrático cuando se puede elegir lo que se quiera, y no lo más conveniente para sí mismo pero para sí mismo dentro de lo más conveniente para la comunidad en que se elige.

La democracia está llamada a la mayor verdad posible y no se es demócrata cuando a sabiendas se elige una dirección contraria al bien común posible.

Por todo ello para llegar a ser verdaderamente demócrata tengo tres deberes interiores, subjetivos, personales e intransferibles, urgentes, reales, obligatorios, apremiantes y responsables.

Primero “El deber de la libertad.”

Si personalmente no soy libre interiormente, mental, afectiva y volitivamente carezco de una de las cualidades absolutamente necesarias para ser demócrata.

No se es libre porque nos parezca o vivamos como si la libertad no tuviera límites. Hago lo que quiero, cuando quiero y donde quiero, sin más cortapisas o condicionantes que mis propios deseos, caprichos o pensamientos desbordados y sin pasar por la criba de la inteligencia.

Solo los hombres libres son demócratas y tanto más cuanto más libres son, pero solo dentro de las razonables limitaciones de la naturaleza humana. No de sus caprichos. No de sus apetencias desmedidas o abusivas.

Por ello es profundamente necesario fundamentar en unas verdaderas reglas del juego la libertad personal. Y su uso bajo una conciencia recta y sosegada. Una deficiente o mala formación de la conciencia, ya por errónea, ya por laza, ya por pusilánime, ya por malformada, ya por estar basada en falsedades fuera de los límites de la verdad nos lleva a hombres incapacitados o disminuidos para ser libres y por tanto para ser demócratas. Y

Segundo “El deber a la verdad”.

Dediqué todo un artículo a este tema, visto desde el ángulo del derecho a la verdad.

.Sólo añadiré que el hombre está hecho para la verdad y que toda falsedad o error los desvirtúa y lo rompe. Lo desmiembra. Lo atenaza. Lo falsea. Lo hace inservible para la democracia.

Y cuando los individuos, las Sociedades, Los Estados, las Iglesias o Confesiones, los partidos políticos, nos quieren engatusar con sus verdades limitadas o interesadas, a veces muy por debajo o distantes de las realidades de la misma naturaleza y sensatez, falseamos la mente y la mente falsea al corazón, y mente y corazón falsean a la verdad y a la libertad de las personas, catequizadas no solo como muchas veces nos hacen creer por los fanatismos religiosos sino también por los políticos y hasta por los económicos.

Queremos militantes casi autómatas. Sin criterios y con una voluntad dirigida en una sola dirección extradirigida.

Me queda por comentar brevemente el tercer condicionante para ser verdadera y subjetivamente demócrata.

El deber del Bien. Personal y colectivo.

El deber de buscar nuestro propio bien es un deber intransferible y prioritario. Hasta para buscar el bien de la colectividad hace falta estar y tener el propio bien.

Pero quedarnos solo en nuestro propio bien es quedarnos en el más profundo de los errores y debilidades humanas. Y las más terribles de nuestras limitaciones. En el más asqueroso de nuestros egoísmos.

Todo bien personal debe estar encuadrado y dentro del bien de la colectividad o de nuestra propia Sociedad. Pero el bien de toda Sociedad es la suma, sin exclusión alguna, de los bienes de todos y cada uno de sus miembros. Todos los bienes son armónicos. Todos los bienes encajan unos con otros. Todos los bienes deben ser compatibles y coexistentes en el tiempo.

Cuando algo que creemos nuestro bien choca frontalmente con el bien común seguramente, ciertamente no debe ser nuestro propio e individual bien. Porque todo bien personal encaja en el bien colectivo. Si no encaja debe ser egoísta engañoso. Falso. No verdadero bien.

Los tres deberes son difíciles y necesarios. Sobre los tres se ha filosofado y discutido, dogmatizado e impuesto muchas veces.

Es curioso que al final de todo tengamos siempre que encontrar un pensamiento filosófico, una doctrina de pensamiento, una escuela de entender la naturaleza y la persona humana.

En estas líneas intentaré, sin imposición ninguna, exponer la mía. Claro que es sólo la mía y la de aquellos que piensen como yo o yo como ellos. Claro que yo la acepto como la más próxima a la verdad, porque si no, no sería honesto ni conmigo mismo ni con los que me lean. Pero claro que la concibo como modificable, perfectible y perfeccionable. Si no sería falsa desde su propia esencia y principio.

El cumplimiento conmigo mismo de estos tres deberes me ponen en la línea de salida para ser verdaderamente demócrata subjetivamente.

Y desde este pequeño pero confortable en el pensar rincón de la derecha moderada y civilizada, te invito a que tú reflexiones sobre cómo están estos tres deberes en la aceptación de tu subjetivamente democracia personal.

Y cuando algunas veces siendo hasta rabiosamente de izquierdas te des cuenta que coincidimos, o estamos muy próximos, no te asustes creyendo que se tambalean tus principios izquierdistas. El casi cien por cien de lo que yo voy a decir no es de derechas ni de izquierdas. Es sencillamente de sentido común. Y como eres honrado con tu inteligencia es tu común sentir como hombre y como persona.

Carlos Portillo Scharfhausen.

"Servidumbres de la democracia"

cartisen@hotmail.com

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"Políticis depredadores"

Para la guerra puede haber razones. Nunca hay razón. Mi corazón me grita a voces, como a la aplastante mayoría de españoles,guerra, no”. Pero mi inteligencia me dice queGuerra, no” ha sidoSadam, sí”, durante al menos doce años. Y nadie, NADIE, de los que vociferanguerra, no” me da un argumento válido y eficaz para que terminar en un ”Sadam, no”, fuera definitivamente, solo a base de negociación.PAZ, sí”, paz y libertad para los iraquíes, incluyendo ese sesenta por ciento de chiítas subyugados y tiranizados. Mantener que el problema se solucionaría añadiendo meses a las inspecciones era y es una falacia manipulada por los intereses espurios de políticos depredadores.

Los inspectores de la ONU eran y son unhermoso cuento chino” que, si encontraban y destruían las posibles armas atómicas, químicas o biológicas, podían calmar nuestro occidental y ancestral miedo a lo desconocido pero no erradicaba la profunda y más dañina raíz del mal: la dictadura de Sadam Husein que se mantenía como se mantuvo tras la Guerra del Golfo, con o sin armas prohibidas.

Que los miles de gaseados curdos, que los cientos y cientos de chiítas ejecutados para reprimir la mayoría, (son el 60% de la población) que los ejecutados inclusos de su propia familia por deslealtad, que los encarcelados porrazones políticas”, como en Cuba, que la opulencia delirante del dictador y su enfermizo delirio de grandeza y el execrable culto a su exclusiva persona, regodeado por un petróleo explotado por Francia y Rusia, eran razones inferiores a los muertos de esta nueva guerra, militares y civiles, porque pertenecer a las milicias Sadam no era sino una forma de encaramarse al poder y al bienestar, como miembros de su tribu, mientras el pueblo vivía míseramente de la ayuda humanitaria de ese sucio y necesario negocio deayuda por petróleo.”

Pero los muertos no se cuentan ni su número se compara: un solo y único muerto tiene un valor casi infinito.

El misericordiosísimo Putin dijo el otro día quelos pueblos tienen derecho a elegir ellos solos sus destinos”. Para ser objetivo: la Televisión dice que dijo. Hitler fue elegido democráticamente por los votos de los alemanes y nadie medianamente sensato puede afirmar que el noble pueblo alemán votó los execrables crímenes del nazismo. Se olvidó Putin de decirelegir LIBREMENTE.”

Pero los pueblos no son libres solamente porque le den la oportunidad y el derecho de elegir entre el sí y el no en una papeleta. La verdadera libertad tiene que ser una libertad culta en que el individuo pueda discernir con cierta claridad la verdad en los maquillados mensajes bombardeados por los creadores de las manipuladasopiniones públicas.”

Sin cultura no hay libertad.

El halcón Busch aprovechando la opinión americana favorable a la guerra creada por los miles de muertos civiles de las Torres Gemelas, puede ser que busque solamente “?guerra por petróleo” o reactivar su economía armamentística, ylibertad para Irak” sea solo un hermoso eslogan propagandístico. El áspid Blair quiere recuperar su "English Petroleum" de la era ante-Sadam. (anterior a Sadam) Pero no es menos cierto que el buitre francés o el carroñero ruso lo que defienden y votan es no perder sus millonarios prestamos a Sadam o sus "concesiones petroleras" de futuras regalías.

El argumentono romper la unión europea” es tan falaz como los Miembros de la ONU y de su Consejo de Seguridad que ellos mismos se saltan cuando les conviene, (el derecho a veto ya los desautoriza y deslegitima,) convirtiéndola en una gran caja de grillos en que cada cual solo actúa en pro de sus propios y particulares -de los mandatarios,- intereses, casi siempre, por no decir siempre, económicos.

Pienso en nuestros muy aprovechados políticos españoles, depredadores hacia el poder, fundamentándose en esas razones por razón de manipular a sus posibles votantes. Quizás el único incauto ha sido Aznar que obsesionado por el terrorismo etarra, ha querido ser inocentemente solidario con todos los sufridores del terrorismo, siendo la única vilipendiada y pisoteada paloma.

Otro día hablaremos de la guerra defensiva y la guerra preventiva.

Esas mismas mayorías que gritanguerra, no”,”pena de muerte, no”,”no más sangre”, estarían encantadas si un comando hubiera matado a Sadam y su cúpula, sin un juicio justo, sin derecho a ser escuchado y a defenderse, porque la opinión pública ya lo había juzgado. Todo hombre por muy criminal que sea tiene derecho a un juicio justo. Y aunque no creo o puedo pensar que “será justo” cuando lo atrapen como a un conejo, si lo atrapan, será mejor que lo atrapen, sobre todo para su propio pueblo. Lo que pueda venir después, será cien por cien responsabilidad de los norteamericanos pero también cian por cien de los propios iraquíes que ellos solitos, como buenos fundamentalistas se las buscarán para liarlo más todo.

Quedan en el tejado las grandes preguntas. ¿Quién tiene derecho a decir quien es un tirano y a mandar derrocarlo?

¿Cuándo una guerra es justa? ¿sólo las defensivas? ¿Hoy, puede se justa una guerra preventiva? ¿Tienen las Naciones Unidas legitimidad decisiva?

Cínicamente, un montón de muertos, a los que usted votó en la Guerra del Golfo, señor Zapatero ¿pueden valer más que otro montón de muertos más la liberación de los vivos, a los que parece que votó el señor Aznar? Por encima de los intereses bastardos económicos, ¿puede llegar la libertad para el pueblo iraquí? Esa libertad, ¿vendrá acompañada de cultura que haga verdaderamente libre a sus ciudadanos?. ¿Será Irak para los iraquíes y alguien conseguirá que esas amalgamas tribales, fruto de otros cochinos intereses, sean un pueblo y una nación? Es hermoso, dijo alguien, que exista Irak. Lástima que no existan los iraquíes. ¿El petróleo de Irak será para los iraquíes, o seguirá siendo para Francia y Rusia como hoy, más Inglaterra y EEUU, tras la VICTORIA económica?

En mi mente y en mi corazón queda una insalvable pregunta, ¿Inconscientemente para las masas, el no a la guerra era un sí al no querido pero inevitable continuismo de Sadam? Pero ¿Porqué aquí, donde hay petróleo sí, y allí y allí donde no lo hay ni lo queremos saber?

Para Francia y Rusia era un sí consciente al un lucrativo continuismo.

¿A veces las razones se amontonan tanto que obnubilan y hasta se puedan convertir en razón?

Y debo concluir que a pesar de todo, la democracia, cargada con sus servidumbres es el menos malo de todos los sistemas políticos y la ONU de hoy, la mejor de la imposible unión de naciones.

Y para mis compatriotas que se lanzaban a la calle, ¿manipulados?, gritando “guerra, No”, (y a quien le puede gustar la guerra más que la paz, sino a algunos o locos o tocados,) una sola pregunta, ¿y si fueran sus hijos, sus padres o sus hermanos y hermanas, sus vecinos y su pueblo los tiránicamente esclavizados, privados de toda libertad y opinión, expuestos al “paseíllo” en cualquier momento y sin motivo aluno o con el solo motivo de la venganza, gritarían igualmente “armas , no, suframos estoicamente la depravación con resignación sin esperanzas, y callemos que más vale esta paz sin libertad y justicia que justicia y libertad con sangre y guerra? O su opinión varía si el problema es para otro pueblo lejano, y más lejano aún por la comodidad en la que muchas veces vivimos instalados de nuestra bien montada sociedad occidental. Allá ellos que se las arreglen como puedan. Yo a mi paz confortable. Todo lo más daré un pedazo de pan del que me sobra y muchas veces duro para el famélico del que solo se fotografían huesos y piel transparente. Pero líos mayores, no.

Conste que no estoy defendiendo la rebelión interna ni la intervención externa. Cada cual que acepte su propia opinión, pero que no viva en la inopia de la arcadia feliz, que no es este mundo.

Mi corazón me obliga a terminar como empecé: Puede haber razones para la guerra, pero para la guerra NUNCA hay razón.

Carlos Portillo Scharfhausen.

“Servidumbres de la Democracia”

cartisen@hotmail.com

"Enemigos de la Democracia: Ateos y agnósticos"

Para mí, uno es libre y más libre en la mente que en la realidad cotidiana, ateos y agnósticos son una de las rémoras o cargas que la Democracia en sus servidumbres ha de soportar.

He de distinguir, para mí que soy libre en mi pensamiento y elucubraciones, hay una diferencia substancial entre agnóstico y ateo. A-Zeus, NO dios o ser supremo, es que niega su existencia. Dios no existe ni ha existido ni puede existir nunca. Yo llamo ag-nóstcos (no nogsis, no conocimiento) al que afirma que la existencia de Dios NO se puede conocer, exista o no exista. Está más allá de toda posibilidad del conocimiento humano e infinitamente más del y el convencimiento humano. (Creer en su existencia)

Para un agnóstico verdadero, según mis distinciones Dios puede o no puede existir. Soy yo, y mi intelecto discursivo y pensante el que no puede llegar al conocimiento y la convicción de su no existencia o existencia.

Para el común de pensadores y humanos ambos términos se igualan, sustituyen y se superponen. En estas líneas han de verse como se establecen en mi conocimiento y praxis.

Pero ¿Por qué considero a ateos y agnóstico como servidumbres, es decir algo que hay que soportar, aunque no sea verdadero, de la democracia cuando el pensamiento actual los considera base y sostén impulsor de la democracia?

El estado natural del hombre, creo yo y soy libre e creerlo, es ser un “homo religiosus”, hombre religioso. (Re ligare, ligado con la existencia de Dios) Cuando lo hacemos ateo, desligado de la existencia de Dio y hasta su negador, el hombre empieza no ser hombre en el pleno sentido de la palabra, en su propia esencia, en su natural naturaleza.

De la misma manera que tiene mano para tocar y asir, ojos para ver y mente para pensar o voluntad para querer o no querer, tiene esa capacidad de “presentir”, casi papar la existencia de Dios y estar su mente y su corazón “naturalmente” inclinados a aceptar su existencia y hasta obrar, en el devenir de los siglos, en consecuencia.

La historia de todos los pueblos de la humanidad es una “historia religiosa”. Desde los pueblos más primitivos, los más incultos, los más sabios, los más pensadores, los más materialistas, los más espirituales, todos sin distinción alguna ni ruptura de la continuidad histórica han sido “religiosos”, temerosos, amantes o temerosos amantes de la divinidad, de alguna divinidad, aún encarnada en mil divinidades, mil fuerzas de la naturaleza, sobre todo desaforadas, o mil mitos y supersticiones. Pero todas ellas como genuino núcleo engendrador de un sentir a la divinidad, sea la que sea, como presente y consciente.

Son los ateos y los agnósticos, los, que aunque ellos se crean pléyades, son, han sido y serán minorías, por muchos ateos que en el mundo han sido. No son los malos de la película pero desde luego sí los desencajados de ella.

Es por ello que en la esencia de la democracia, si la democracia es libertad del hombre, hay que aceptar al hombre, sujeto y sostén de ella, como hombre religioso.

Es el no religioso el que distorsiona a misma esencia de la democracia y hay que aceptarlo como una servidumbre y casi limitación de la democracia.

¡Qué equivocado está el pensamiento actual, para mí al menos, cuando quiere limitar el sentido profundo del hombre como ser religioso y arrinconarlo en la esfera de lo personal-íntimo y desterrarlo de vida política!

¡Cuán equivocados creo que están los políticos y pensadores que quieren imponer un laicismo ateo a toda la sociedad cuando se llevarían la mayor de las sorpresas del mundo al comprobar que muchos, muchísimos de los que se declaran ateos o agnósticos tienen muy serias dudas sobre la fortaleza y base científica de su pensamiento y si no en su razón obnubilada, sí en su corazón anhelante e inquieto tienen el ansia de creer y hasta casi creen en el que dicen no creer o saber.

Y esos miles y quizás millones de hombres y mujeres que viven como si Dios no existiera, comodidad, competencia, egoísmo, ambición, poder, óptimo estar, rampancia, (lucha por rampar más arriba según una escala egoísta de valores) cuando llegan los momentos decisivos de sus vidas vuelven o intentan volver al estado natural de su naturaleza, al hombre religioso.

Aunque yo no quiero meter ni la Revelación Judeo Cristiana ni la santidad de la mujeres y hombres santos como argumento aquí, sí voy a terminar citando San Agustín con sus conocidas palabras, más por sabio y pensador, y por tanto pensador creyente que como cristiano. “Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón, ¡oh milagro no dice nuestra inteligencia! anda inquieto hasta que no descanse en Ti”

Si son sensatos, aunque sean agnósticos o ateos, téngalo en cuenta los políticos. La verdad es la fuerza (suaviter et fortiter) de la Verdad, sin violencia pero con fuerza imparable, aunque a veces, erróneamente, crean que la han vencido.

Dios existe, mis queridos agnósticos y ateos, y esta verdad, gravada en l corazón del hombre por la huella del dedo creador, es la Verdad.

Esta no es mi fe cristiana, aunque forme parte de ella. Esta es mi verdad y así lo sé firmemente, sentado en ese tranquilo y seguro rincón de la derecha civilizada.

Carlos Portillo Scharfhausen.

“Servidumbres de la Democracia.”

cartisen@hotamail.com

"EL derecho a la verdad"

Exigencias de la Democracias.

Siempre me ha preocupado más la corrupción de las ideas y por tanto de las erradas convicciones de los hombres que la misma corrupción real implantada en alguna parcela de la Sociedad o en algún ámbito de poder, sea Estado, Iglesia, Escuelas, desde la Universidad a la más pequeña aula pueblerina, emigración y respeto a los derechos de los demás, economía, poderes económicos o fácticos, etc.

Y quizás hoy la más extendida de todas la confunción profunda entre lo “humanamente correcto” por llamarlo de alguna manera y “lo políticamente correcto”, en el sentido más puro de la expresión, fuera de todo oportunismo político.

El ámbito de la política ha ido invadiendo las esferas del pensamiento humanamente correctas, haciéndolas suyas y suplantándolas a su conveniencia.

El derecho a la verdad es una exigencia primigenia de la misma naturaleza humana. No es una concesión política y por tanto quién no la admita o la castre es humanamente incorrecto y políticamente incorrecto.

Yo sé bien que lo difícil es ponerle el cascabel al gato, y más si el gato está furibundamente furioso por sus radicalismos políticos o humanos, ya sean totalitarios mentales, forofos desmedidos de la panacea democrática, “la democracia es el remedio de todos los males”, recalcitrantes condenadores de herejes, anclados en retrógrados conceptos sociales o culturales, que quizás en otros tiempos fueron buenos, conservadores a ultranza o progresistas con diarrea mental.

En otras palabras: definir y trazar la raya entre lo humanamente correcto o incorrecto, aquello que es por su propia naturaleza y por la esencia del hombre como hombre, y lo políticamente correcto o incorrecto aquello que es opción libre para solucionar un problema o necesidad de la sociedad en la que se vive.

También creo que lo humanamente correcto es un acerbo común de la humanidad que durante la historia y los siglos ha ido incorporando a la cultura y a su sabiduría o ciencia. Cuando se atacan algunos de sus principios o “verdades” se denigra y se desfigura la verdad y se prostituye si se lleva a la práctica o realización no conceptual sino efectiva y real.

Voy a poner algún ejemplo dentro de los principios más ampliamente admitidos, axiomas de la inteligencia humanamente culta, cultura pues, para que no entremos en discusión de límites entre lo humanamente correcto y políticamente correcto.

El derecho a la verdad, a la vida, a la salud, al trabajo, a la libertad de pensamiento o convicciones pacíficamente expresadas o defendidas son algunas de la verdades que la humanidad ha ido sumando, a veces con mucho dolor y trabajo, otras con conculcaciones vejatorias y profundas, a su saber culto, y que el no admitirla es la expresión, libre pero errónea, de un ser intelectualmente no digo tarado, pero sí capitidisminuido.

Lo humanamente correcto está por encima de todo lo políticamente correcto y toda opción que no lo admita por principio es o totalitaria y degradadora o aberrante y engañadora.

Es sobre las formas concretas de llevar a la práctica y concreción los distintos principios de lo humanamente correcto dentro de la ética y la moral lo que distingue lo políticamente correcto.

La invasión, manipulación, tergiversación, desfiguración o apoderamiento de estos axiomas humanos por la política, es una tentación fácil por el poder que conllevan pero es la más políticamente incorrecta de las acciones políticas.

Y pongo otro ejemplo más difícil de aceptar por todos porque algunos sectores políticos han invadido en este campo el principio y valor humano.

El derecho a la educación de los hijos es un derecho primario de los padres. Invadirlo so pretexto de eficacia o delimitación de posibles abusos paternos, (¿tienen los padres derecho a educar a sus hijos en la xenofobia, el odio de razas o creencias, la lucha de clases, etc., o el Estado tiene el deber de que esto no ocurra dando leyes que lo impidan?) es una ingerencia en el derecho de toda persona humana, sobre él mismo y sobre sus hijos, y llevar el principio a que es el Estado el que tiene el derecho y el deber, el poder, de educar a todos los ciudadanos, (normalmente los que así piensas a “su imagen y semejanza, según sus ideales políticos) y políticamente incorrecto.

El Estado, muchas veces fraudulentamente disfrazado de bien común o bien ciudadano, prima sobre los derechos de las personas individuales y sobre las colectividades libres y espontáneas de la sociedad. Este principio que es puro socialismo filosófico, su principio universal, y origen de todo el pensamiento socialista, que no es defensa de lo social o la sociedad como equívocamente por las raíces de las palabras se puede colegir, hoy está apartado de la mayoría de las tendencias socialistas mundiales, no todas, véase el castrismo, pero es tentación continua o golosa de muchos socialistas, que al querer llevarlo a la práctica o al imponerlo en la sociedad, si lo intenta por la violencia, no tanto física aunque a veces sí, sino manipuladora de las mentes, llegan al más puro comunismo y de su dialéctica, el fin justifica los medios, puro maquiavelismo. Claro que hoy también abandonado por los “comunistas demócratas”.

En el más puro sentido filosófico de la palabra ni la mayoría de los socialistas son hoy verdaderos socialistas, ni sus “ciudadanos” lo serían si les obligaran a aceptar este principio como fundamente de su opción política, ni los comunistas son hoy verdaderos comunistas porque los sensatos y humanamente equilibrados ni son violentos ni manipuladores de las mentes de “sus camaradas”.

Un clarísimo ejemplo, para mí, de la invasión de lo político en lo humanamente correcto, de la dialéctica comunista pura, todo vale si es para llevar la pelota a mi tejado, fue la aparición del señor Rubalcava por televisión el trece de octubre, pues utilizó la dialéctica comunista con nocturnidad y alevosía. Es opinión personal, simple y llanamente y con la convicción que sus palabras han sido la acción más baja y denigrante de toda la democracia actual. Su persona me es muy respetable. Su acción denigrante.

Es civilizado y progresista no todo lo que quieren admitir los que para ellos la libertad no tiene límites, sino lo que va parejo a la civilización cultural con valores muy claro en la occidental, que se han ido incorporando al acerbo común de principios o axiomas humanamente correctos.

Esa lista, que sucintamente y no completamente, está contenida en la proclamación de los derechos humanos, es la que deben aceptar sin remilgos ni discusiones todos los partidos políticos democráticos y sobre ellas trabajar para llegar a acuerdos o consensos lo más ampliamente posible entre todos para crear leyes estables que no nazcan taradas por los partidismos a ultranza y nunca un político es más grande, qué olvidado lo tiene los nuestros, que cuando acepta, alaba y enaltece a las personas que dan las soluciones políticas más provechosas para la comunidad o al país sobre todo si son de la oposición política.

Y esto lo digo sin representar a nadie, sin querer imponerlo a nadie, sabiendo humildemente, es decir en verdad, que puedo y debo, si así lo veo mejor, rectificar, y desde luego sentado en mi apacible rincón de la derecha más civilizada, que es mi particular opinión.

Carlos Portillo Scharfhausen

“Servidumbres de la Democracia”

cartisen@hotmail.com

"La ley es para cumplirla"

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Cuando un aforismo se utiliza como verdad suprema e irrefutable se comete la mayor de las estupideces intelectuales, se retrata uno como romo de cacumen y se engaña, con intención o sin ella, a todos los que la dirigimos.

Todo aforismo, verdad doctrinal, debe estar matizado por el crisol de la verdad que encierra y por el inexorable contrapunto de su encaje en la historia. Es decir por la experiencia.

Igualmente cierto y encuadrado en la verdad es que “la ley se ha hecho para el hombre y no el hombre para la ley”

Y al meter el bisturí mental de mi inteligencia lo primero que tengo de dilucidar es que es la ley y que clase de ley es de la que se trata.

Aplicado el aforismo a la ley positiva, sea eclesiástica, civil o política es tan falso como erróneo, y tan erróneo como engañoso.

Toda ley positiva viene del hombre y el hombre puede forzar la ley para que domine al hombre y no para que lo perfeccione.

Si la ley es positiva, es decir redactada por una autoridad cualquiera, esta autoridad puede intentar llevarse el gato al agua, y seguir fines espurios al redactarla.

Ya la religiosa y moral que puede atenazar las conciencias para dominarlas o infundirles un miedo o pavor que les obligue a obedecer sin rechistar ni pasar su dictamen por el tapiz de nuestra inteligencia y conciencia.

Si es civil y procede de una dictadora es casi obvio que intentará acallar toda crítica y en muchas ocasiones ponerse medallas que son más de la sociedad a la que se legisla que de las autoridades digitales, nombradas a dedo, o rampantes por la adulación y el servilismo.

Si procede de la autoridad democrática no se libra por ello de la posible ramplonería de ciegos políticos que usan las mayoría dadas por los votos para jugar a su propios intereses de partido o poder e ir incluso contra aquellos que le dieron la autoridad, sus propios votantes.

A la mitad más uno de los votos puede ser que haya que obedecer, en general hay que hacerlo, pero puede ser que haya que intentar desmontar, porque puede ser, puede, digo, ser, errónea y perjudicial para la sociedad y el pueblo, suma de todos y cada uno de los individuos que la componen y a la cual va dirigida.

Toda ley positiva, distinta pues de la ley natural, otro día hablaremos de ella, y aún más distinta de la ley divina admitida por los creyentes en Dios, tiene como fin a todos y cada uno de los individuos o personas a que vaya dirigida.

Pero la legitimidad final de la ley se la da la conciencia, la individual e intransferible conciencia de cada miembro de la sociedad, cada una de las personas que la componen, incluso a de aquellos a los que no va dirigida. Su legalidad se la da el poder recibido y nadie lo discute.

Pero el último depositario del cumplimiento de de la ley es cada individuo, repito personal e intransferible.

Y este la ha de aceptar o rechazar si pasa o no pasa el tamiz de su conciencia. Si no fuera así el hombre quedaría hecho para la ley y atrapado en ella.

Y esto aunque esté en conciencia errónea invencible.

¡Qué lejos están ya los conceptos claros y diáfanos en que todo hombre debe ser formado para ser hombre y más hombre! No me refiero a ser más macho y más machista sino a ser, y no solo estar, conforme con nuestra propia naturaleza humana, es decir con nosotros mismos.

Pero de la misma manera que afirmo, sin desdecirme lo más mínimo, porque así lo percibo en lo más íntimo de mi propia naturaleza y ser, que es la conciencia el último por primero y más profundo fundamento de toda moralidad o ética humana, con la misma fuerza asevero que hay que, antes de rechazarla, intentar comprenderla, que es decir abarcarla en la inteligencia, razonarla, compararla y pasarla por el crisol de de la duda posible por nuestro posible error.

No es pues un juego ciego y conveniente para justificar nuestra pereza o nuestros egoísmos, no.

No es pues una llamada a la rebeldía fácil, política o socialmente. No es pues una postura para derrocar el poder constituido n i ara criticarle por llamarle tirano.

Toda ley injusta es una ley tirana y la tiranía puede provenir de la más legítima de las democracias. Y no debemos asustarnos si sabemos de que barro estamos hecho y cómo podemos dejarnos llevar por nuestras cegueras. Las políticas son tan malas como las religiosas o incluso más, porque estas intentan llevarnos a bien aunque erróneamente y aquellas van casi siempre impulsadas por el orgullo o intereses de los que gobiernan incluso contra sus propios electores. (quizás esta sea la mayor corrupción de la democracia, revestirse con la piel inocente de la legalidad para engañar a los pobres legalizados como lobos a corderos engañados.)

Claro que debemos matizar más. Toda ley positiva está condicionada por la objeción de conciencia de todos y cada uno de los individuos que componen su propia sociedad.

Si la persona no transgrediera la ley, en el menos grado posible, estaría trasgrediendo su propia conciencia, mal mayor y supremo.

Y así un Testigo de Jehová que cree profundamente que no debe recibir sangre de ningún ser, (no entro a discutir si está o no equivocado que para el caso es lo de menos) no puede admitirlo aunque un juez l autorice y lo mande.

Esta sería la primera limitación de las leyes positivas. De todas. No admitirlo es jugar con el hombre contra el hombre o admitir un error aún mayor. El Estado es superior al hombre y prima sobre los individuos. Si esclavizamos su libertad matamos totalmente su dignidad. Ni siquiera la Sociedad, así en abstracto, es superior al hombre individual y concreto, pues toda sociedad para que sea Sociedad es el conjunto de todos y CADA UNO de sus individuos componente, la suma de todos su bienes, sus necesidades y no de unos pocos o nos muchos contra el resto. Aquí se fundamentan los derechos de las minorías aunque esta fuera la de una sola persona.

El Estado no es más que el administrador elegido libremente por esa sociedad pero desde luego con los límites que esa Sociedad le dio que algunos creen que es un cheque en blanco, y que está escrito muchas veces tácitamente en las tradiciones, costumbres y manera de proceder y vivir de esa misma Sociedad. Por ello no se puede ir contra la historia de los pueblos aunque la historia no sea un determinante de nuestra conducta de hoy.

NO, no me voy a quedar aquí donde ya veo muchas dudas porque la ley quedaría totalmente desprestigiada y papel mojado.

La Autoridad tiene la obligación, sagrada obligación iba a poner para darle más énfasis, pero escribo en un plano humano exclusivamente donde quepan creyente y agnósticos, de velar por el cumplimiento d la ley, de toda ley, y exigir su cumplimiento a todos y cada uno de los individuos bajo su texto.

Pero también, sobretodo cuando puede lacerar a comunidades o minorías muy arraigadas o muy particulares, o cae bajo la sospecha de los políticamente correcto, que es correcto porque a mi me conviene o impone una visión muy particular de una parte de la sociedad sobre otra, la Autoridad DEBE sopesar que la ley sea ley de consenso y estudiar y abolir aquello pueda herir o revelar a muchos de sus ciudadanos.

Gobernar contra casi la mitad de la Sociedad es tan ilegítimo, por muy legal que sea, como antidemocrático.

Pálpense bien todo los demócratas, de derecha y de izquierda las mentes y su políticamente y legalmente legítimos deseos antes de inclinarse por algo que hiera, rompa y desvertebre la Sociedad para cuyo bien total deben gobernar pues en algunos caso es obligatorio buscar los consensos y no buscarlos es la mayor burla de la democracia a la que dicen servir y defender.

Sutil forma de ser tiranos y dictadores, mentiroso y engañadores, en nombre de la Democracia y el pueblo que les eligió.

La ley es para cumplirla. Pero toda ley es para el hombre y ningún hombre es para la ley. El hombre estará siempre en cierto sentido por encima de toda ley. Incluso de la divina que puede rechazar, pues Dios para hacerle semejante a El le creó libre y responsable. Y él en su conciencia será responsable del uso o abuso de su libertad.

Coram Deo et coram homine.

Carlos Portillo Scharfhausen.

“Servidumres de la democracia”

cartisen@hotmail.com

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viernes, 5 de septiembre de 2008

"Qué son las Servidumbres de la Democracia."

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La Democracia, como cualquier sistema político, tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

Hay algunas características o cualidades que le son necesarias: son EXIGENCIAS DE LA DEMOCRACIA. Sin ellas la democracia no es democracia, es falsedad, engaño y mentira. Está montada sobre un conjunto de ocultaciones al pueblo, y si se hacen en nombre de la democracia y la libertad son la peor de todas las falsedades pues se vende error y engaño en nombre de libertad y bien.

Hay otras características que conlleva la democracia y que pueden resultar buenas o malas. Favorecedoras del bien común o desfavorecedoras de ese mismo bien común, aún sin darse a veces cuenta los propios demócratas. Son sus SERVIDUMBRES. SERVIDUMBRES DE LA DEMOCRACIA.

Otras las hacen que tenga sus LIMITACIONES y yo diría que hasta ERRORES o DEBILIDADES y que se puede o no se puede evitar.

Las que proceden del mal uso que hacen de ella los propios demócratas son ENFERMEDADES de la democracia, pero van ligadas a democracias concretas que se pueden liberar de ellas.

La democracia como no es un sistema perfecto, aunque se quiera acercar a él, y dicen que es el que más se parece, yo también lo creo así, tiene sus DEFICIENCIAS.

Deficiencias de la Democracia. Son sus Parcialidades. Parcialidades de la Democracia.

De todas ellas y por su orden iremos tratando en estos artículos intentando aclararnos y aclarar ideas y concepto, para que el juego democrático de nosotros mismos sea lo más

perfecto posible y se acerque lo más posible a la Verdad y el Bien.

N juguemos ni manipulemos los conceptos. La corrupción de la mente y de la ideas es aún peor que la corrupción del corazón, pues no nos deja ver ni aún esta.

Yo se que mis lectores no estarán muchas veces de acuerdo conmigo. No importa. Si les hago reflexionar y buscar su verdad para llegar a la Verdad estas páginas tendrán sentido.

No consiste en que todo el mundo piense como yo sino que libremente piense como él mismo. Pero no por inercia. Tras reflexión y depuración de su propio pensamiento, llegue a su verdad y su bien, sabiendo que por muy perfecto que sea es limitado y perfectible. La mayoría de los humanos nos dejamos llevar por la inercia de lo establecido, de lo convencional o de lo más cómodo para nosotros. Lo políticamente correcto.

Solo tras una búsqueda fuerte y honesta de la verdad, llegaremos a la Verdad. Sólo con un aceptar y vivir el bien llegaremos al Bien. Sólo con hombres libres y responsables, con convicciones fuertes y honestas, pero con la conciencia muy viva de sus propias limitaciones y la capacidad y honestidad de cambio en su ser y su obrar llegaremos a unas Sociedades más justas y más solidarias.

Globalizadas en el sentido de que nada que sea humano y que le pase a cualquier ser humano nos es indiferente. Solidaria porque cayeron todas las fronteras cuando se trate de buscar la justicia y la dignidad para todos los Pueblos.

Carlos Portillo Scharfhausen.

“Servidumbres de la Democracia”

cartisen@hotmail.com

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"La razón del Rincón de la Derecha"

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He vivido mi vida políticamente consciente, como otros muchos españoles, entre la dicta-Franco y una muchas veces casi seudo democracia. En la primera encontré hombres políticamente honrados, rectos, amantes de su patria, defensores de los derechos humanos, tendente dentro del sistema a la mayor libertad posible en cada caso y disconformes con la esencia del sistema, pero realistamente trabajando dentro de él, para el mayor servicio al pueblo. También supe, por esa capacidad de lengua afilada y transmisoras que tenemos los españoles de los abusos de poder, de los orgullos y exigencias basados en haber ganado la guerra, (“tenemos derecho porque para eso ganamos la guerra” qué fantoche) de los enriquecimientos amparado en el poder o en el tráfico de influencias. En la segunda, la democracia, he encontrado todas las mismas corrupciones y a veces aún más. No, ciertamente me quedo con la democracia, aunque no fuera más que porque tiene en sí misma mucho más poder de auto regeneración.

Me producen unas incontrolables arcadas vomitivas las corrupciones efectivas y de hecho en todas los ámbitos y parcelas: poder, información, dinero, enriquecimiento, tráfico de influencia, amiguismo, partidos políticos, gobiernos o desgobiernos en todos sus estamentos y de todos los colores, amarillo, rojo, azules, morados y verdes, etc. pero ciertamente me produce un terrible vértigo intelectual la corrupción de los conceptos, la manipulación de las ideas, que prostituyen la verdad y que aún es más dolorosa en la democracia porque va envuelta en la falacia de la rectitud y el bien “para el pueblo”, el engaño más denigrante de “las masas”, las palabras altisonantes y hueras, vacías, engañosas y llenas de vocingleras seudo verdades.

Me educaron en el nacional sindicalismo, “por el Imperio hacia Dios y viva España” y fui asumiendo paulatina y sosegadamente, sin traumas, una mentalidad europea, fundada en la tradición democrática. Mientras otros se embarcaban de democracia en un empacho mental y desbordado que les llevó a la diarrea mental de “es la panacea universal y el remedio de todos los males” queriéndola hacer casi milagrera y fe de todo hombre que se apreciara.

Guerra: “El que se mueva no sale en la foto” y o se ha movido o lo han movido porque yo por más que miro ya no lo veo en la foto. Aznar: Sigue a medias en la foto y eso que se fue solo, aunque la izquierda quiera decir que lo echaron el 11 de marzo.

Durante veinte años de Felipismo, que fue muy distinto de veinte años de socialismo y en nada se parecía a los cien años de honradez, que se los cargó en un solo día.

Se ha hablado mucho de los años corruptos del PSOE felipista. Todos han callado la corrupción igual o aún superior que hubo en otras regiones con gobiernos de derecha seudo cristinas unos, anti-atenazantes otras, como Cataluña o Canarias. Algún ramalazo en el PP de Baleares y otras menores corruptelas extendidas por la piel de toro, entre las que destacaban las andaluzas.

Unos vinieron a la izquierda desde la clandestinidad y el miedo, a veces cobardía. Otros desde “por la patria el pan y la justicia, son entre otros, los que aún mantienen el concepto de patria y nación única, España, y otros desde el oportunismo rampante de menguar en la izquierda ya que la derecha estaba toda llena de “los de siempre”, entre hombres honrados y los rampantes de menguar en la derecha. Algunos como no, desde la honradez, llegada por la justicia y “la prioridad por los pobres” del cristianismo, cierta socialdemocracia, o la honradez personal e intelectual de los que “sabían” de un mundo injusto y desigual, con el que no estaban conforme.

Que en veinte años de felipismo dejaron submarinos en todos los partidos políticos, en todos los órganos de poder e hicieron un imperio mediático de la prensa y comunicación para atenazar la opinión a su opinión y crear una tela araña de opinión forofa a sus “conveniencias y afincamiento en los sillones y poltronas.

Y así la judicatura, la justicia, los sindicatos, ¿correo de transmisión o espejismos de independencia ideológica? , la administración del Estado, el Ejército y sus mandos, la policía y sus órganos secretos (que sino fue la información privilegiada y sutilmente callado del 11 de marzo) y todo instrumento de poder o influencia, como Cajas de Ahorro, el dinero que es poder, o Bancos por influencia directa o coacción indirecta atenazando siempre con la espada de Damocles. Que los demás han hecho lo mismo. Lo mismo, con más o menos acierto y suerte. Qué es y era la Cataluña de Pujol, sino una red de influencias y una telaraña de poder siempre arañando en los posibles pactos con el poder central pero tan a por sus ideas celosamente guardadas de catalanismo o separatismo como el PNV de el tapado Arzalluz o Ibarreche, el destapado.

O algún político incombustible que ha sido y es el presidente casi del Gobierno en la sombra.

Ciertamente todo esto no deja de hacerme ver que la democracia “es el menos malo” entre los inventados métodos de participación política y ciudadana.

Tampoco dejo de ver que las democracias son distintas en sus formas, a la inglesa, a la francesa, a la española o a la sudamericana. Echarle de comer aparte a la Americana.

Que hay absurdos tan de bulto, como “la disciplina de voto” siempre y en todo, sin libertad alguna para el representante del pueblo, la ley de Hont, con su gabela de que un partido con más votos absolutos que otro pueda estar muy por debajo en representación parlamentaria, con sus “restos de votos” sin valor alguno, con sus representación supervaloradas de las minorías, léase El Hierro, Las Canarias.

Y todas estas inmoralidades, desfachateces, mentiras, engaños, corrupciones tapadas y veladas, son secuelas de la democracia en que creo, a veces a medias y a veces muy a medias. Pero creo porque el hombre por propia naturaleza es limitado y lucha interna entre el bien y el mal, acordaos del cuentecito de los angelitos con alas o con cuernos que se asomaban en la conciencia para inclinar la balanza, y por eso cualquier cosa que el hombre haga o establezca por muy perfecta que sea siempre será la menos mala del sistema. Léase sistema político, económico, financiero, judiciales, religioso, sindical, etc. Lo creamos casi perfecto y luego viene el hombre. Lo toca y casi siempre lo estropea. Dadme hombres justos y veraces, y aún con sus deficiencias estructurales, yo os daré sistema, cualquiera de ellos, justos y veraces, eficaces y ajustados al bien común y a la sociedad humana.

Así pienso desde este pequeño pero ciertamente independiente rincón de la derecha. He de manifestar que a nadie represento ni detrás de mí hay un puñado de posibles votos. Aunque sé que hay algunos españoles, no si uno o unos cuantos, que piensan y sienten como yo. Por eso en este rincón está y es mi sola y particular, pero libre y sostenida en razones, opinión. Razón y razones. Opinión y convicciones.

Porque muchos no distinguen entre convicción y opinión. Sus convicciones se hacen opiniones y sus opiniones las defienden como convicciones. Por eso ni saben escuchar ni son moldeables a nuevas y enriquecedoras ideas.

Yo tranquilamente iré desgranando mi sentir político, quizás solo pero ciertamente sosegado y acorde con mi apasionado afán por la verdad, esté donde esté, y mi incondicional pero débil y humano deseo siempre del bien, esté donde esté. Soy humano y así con humildad y verdad lo reconozco. Soy limitado.

Carlos Portillo Scharfhausen.

cartisen@hotmail.com

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